El mundo se enfrenta hoy a varios retos, entre los que destacan las crisis climática, energética, alimentaria, sanitaria y financiera. Estas crisis complejas no nos dejan más opción que actuar de forma responsable y colectiva en pro de una economía de bienestar y justicia social, reduciendo al mismo tiempo de forma significativa los riesgos medioambientales y la escasez ecológica.

Así pues, puesto que el reto de una economía verde es mejorar el nivel de vida sin degradar más el medio ambiente, es existencial preguntarse: ¿cómo conciliar la mitigación de la pobreza y la protección del medio ambiente? ¿Cómo conciliar una sociedad de superproducción y consumo con el hambre? ¿Cómo conjugar comercio, economía verde y desarrollo sostenible? ¿Cómo diseñar un proyecto económico «verde» que pueda ser consensuado entre países en desarrollo, países emergentes y países desarrollados, y en el seno de la ESS y los actores de la sociedad civil? En ausencia de una «gobernanza mundial», ¿cómo garantizar el interés general de una economía verde, la autosuficiencia de las comunidades y la preservación del planeta? ¿Qué mecanismos institucionales nos permitirían pasar por fin a una fase operativa de la transición hacia una economía verde?